miércoles, 25 de noviembre de 2009

virtualmente hablando.


Chateando con un compañero del laburo, hablando de la facilidad de las lágrimas para algunos y la falta de sentimientos que poseen algunos otros; aprovecho la jugosa situación para contarle lo “llorona” que soy. Él (a lo Machito Ponce) me cuenta que jamás llora. Y agrega que es muy difícil hacerlo llorar, que es fuerte y nada lo emociona tanto como para largar una putísima lágrima, que inclusive en los peores momentos de su vida mantuvo los músculos de su cara intactos, sin quebrar.

Viene la fase de los detalles, del intercambio de anécdotas, de los chistes, de reírnos de nosotros mismos y finalmente volver a la realidad.

Para alguien como yo (que nunca se queda conforme con las cosas que suenan tan simples), era el momento preciso para la pregunta obvia:

G.: - Pero de verdad vos no lloras nunca, nunca, nunca?
Machito Ponce: - Nunca te dije, nena.
G.: - No puede ser. De verdad, tiene que haber algo que te conmueva.
Machito Ponce: - No, no hay nada.
G.: - Algo debe haber, dejame pensar...
Machito Ponce: - Sí, bueno. Algo hay, puede ser.
G.: - Lo sabía! Qué tengo que hacer para verte llorar?
Machito Ponce: - Me tenes que morder.
G.: - …

Tarea para el hogar: Reemplace los puntos suspensivos por “cualquiercosapornoqueselehayaocurrido”.



Posta. Yo encuentro sexo en todos lados? ó realmente “lo” hay?!?

viernes, 2 de octubre de 2009

Woodstock.


En una especie de Parque Centenario en el pasado, donde el pasto era verde bien verde y el sol iluminaba con rayos brillosos, corría un día particularmente caluroso.

Gente bohemia rondaba por ahí, desplegando manteles con flores y sentándose en rondas, haciendo picnics. Había campamentos, y parecían vivir en comunidad, basándose en el amor y la paz. De lejos se podían apreciar olores tales como vainilla, copos de nieve, marihuana, y sahumerios de sándalo.

En general se veían personajes con melenas y barbas largas, uno tenía un corte al mejor estilo afro. Llevaban ropas de colores psicodélicos, remeras batik ó pantalones "pata de elefante".

Y ahí estaba yo. Completamente atónita, mirándolos de lejos. Escuchando su música confortable. Viendo como consumían LSD, anfetaminas y hasta heroína. Ellos saltaban y cantaban. Se los veía tan alegres, tan felices, tan relajados, tan despreocupados; viviendo la era del amor libre.

Obviamente sin entender de qué se trataba la escena (porque hasta ahora no tenía mucho sentido) me acerqué sin dudar. La intriga me mataba.
Al hacerlo, me sentí automáticamente en los años 60. Era perfecto. Ideal.

Estaba justo por cruzarme de frente a Jimmy Hendrix, en el mismísimo momento en que descubrí que tenía el brazo izquierdo dormido, por tenerlo enroscado arriba de la cabeza. Me quedé pensando unos segundos (porque no era lógico estar caminando por Parque Centenario en los '60 haciendo contorsionismo).

Mientras yo pensaba, Jimmy se acercaba a mi. Y no era Jimmy, era Padre.
Padre tenía un cartelito en el pecho que decía: “Padre Celu”.

Ok, algo no estaba bien, definitivamente. Entonces decidí encarar a todos los hippies, que obviamente no eran hippies.
Ahí me encontré con “Javi Office”, “Caro Casa”, “Abu”, “Nico Facu”, “Tío J. Negocio”, “Delivery Chinos”, “Juan Bariloche” y otros.

Completamente desconcertada, caí en la realidad.
¡Estos son los contactos de la agenda telefónica en mi celular! ¿Qué mierda hacen todos ellos acá? ¿Por qué tienen carteles al mejor estilo name tag colgados en el torso con su nombre? (ó peor aún, con el nombre que “yo misma” les puse para identificarlos en mi teléfono).

Y empezó a sonar Ruby Tuesday en la versión de Bossa N’ Stones. Con el brazo sin sangre circulando (que todavía pesaba mucho) lo apagué. No, no era DJ en Parque Centenario. Ni Janis Joplin. Ni hippie, ni nada.

Sonaba mi despertador y yo tenía que ir a trabajar.

Moraleja: un día la tecnología nos va a matar a todos.

martes, 18 de agosto de 2009

amigos para siempre.


Es muy frecuente escuchar a las mujeres decir: “mis mejores amigos son hombres”. Y argumentar, diciendo que son menos complicados, que no son envidiosos, y que son más divertidos.

Las minas que hablan así, me molestan de la misma manera que lo hacen las que dicen: “yo me aburro rápido de las cosas” (aburrirse rápido de las cosas es: -sos una frustrada de la hostia a quien nada le sale bien y prefiere creerse que se aburrió ella misma, cuando fue Jebus quien decidió que aquello no iba más-).

En cuanto al sexo opuesto, yo también opino que son más nobles y mejores para amistarnos. Nos saben escuchar, siempre nos dicen que estamos lindas, nos dejan hablar de cosas pornográficas sin horrorizarse (y sin indagar con quien, por qué, ni cómo me sentí después) y aunque no se sepan poner en nuestro lugar, lo compensan poniéndose en el lugar de él, lo cual es genial porque podes entender que mierda está pasando por la mente de aquel hijo de puta.

Sin embargo, muy lejos nos encontramos de poder ser buenos amigos. La amistad entre el hombre y la mujer es una farsa. Excepto que sea el novio de una amiga ó que este casado con tu hermana, claro.

Por lo tanto, un amigo hombre se puede tener sólo sí:

• Te lo queres bajar.
• Te quiere bajar (ó lo quiso en algún momento).
• Ya te lo comiste ó pensás hacerlo en un futuro.
• Te lo chapaste borracha y después te diste cuenta que era un copado.
• Te persiguió toda su vida porque estaba enamorado de vos y se conforma con tu amistad.
• Le hiciste aunque sea “un” pete. Y los hechos te justifican.
• Le comiste la boca mientras te hablaba angustiado de su ex.
• Te lo presentaron, te acostaste, descubriste que fue un error y después empezaste a pensar que podían ser amigos.
• Lo conociste en unas vacaciones alocadas con tus amigas; todas morfaban menos vos, te agarraste al primero que se te cruzó (libre, claro) y ya de vuelta en la ciudad; por fin te diste cuenta que estaba muy lejos de ser el amor de tu vida.
• Salieron una vez y nunca más te llamó; pero te quedó el contacto en msn y de vez en cuando chatean, y se cuentan cosas profundas.
• Fue tu novio cuando eras chiquita.
• Fue tu novio cuando eras mucho pero mucho más chiquita
• Le gustan los hombres.

Sino, no hay chances.

Tengo amigos hombres, tengo bastantes. Pero no considero necesario explicar los porqués.

miércoles, 29 de julio de 2009

A Perla y Camille.


Siempre pensé que tener amigos imaginarios era síntoma de creatividad en una criatura. En mis años de docente, tenía como favoritos a esos nenes que los podían ver. Los consideraba diferentes, extravagantes y con un futuro más divertido que el resto de sus compañeritos, quienes iban directo a ser abogados, contadores y/o médicos.

Yo no recuerdo exactamente si de chica los tuve. Padre y Madre siempre me cuentan que me encantaba estar sola, y que podía quedarme horas en la cuna sin llorar; pero nunca me hablaron de amigos imaginarios, sin embargo creo que ya existían y nunca lo comenté.

Hace tiempo existen para mí Perla y Camille. Aparecieron un viernes. Nunca supe porque son dos mujeres y no un hombre con sombrero o un monstruo abstracto. Los amigos imaginarios deberían ser raros. Tienen que ser raros. O eso se supone.

Perla y Camille salieron de mi cabeza y no tiene fecha de nacimiento, pero siento que las conozco de toda la vida. Las imagino con demasiadas características, quizás es esto lo que me hace pensar que no es algo sólo de ahora.

Son bien diferentes una de la otra, y a veces me hacen pensar que están adentro de mi cabeza con un propósito.

Perla es más señorita, tiene un collar de perlas (obvio) y el pelo con rulos.
Habla con palabras muy difíciles, que no siempre entiendo. Le gusta tomar la gaseosa natural y el otro día me confesó que si pudiera tener una mascota, tendría peces. Es formal, a veces tiene malos humores y critica mucho. Perla es la que siempre está en contra cuando se me ocurre hacer algo que no tengo que hacer se fastidia cuando estoy borracha. De hecho, no camina al lado mío cuando lo estoy. O por lo menos yo no la veo.

Camille tiene el pelo lacio y larguísimo. Le gusta fumar marihuana, y se ríe sin parar. Usa mucho violeta y grita cuando habla. Cuando me cambio para salir a algún lugar, se desespera por participar de la decisión y me hace elegir remeras escotadas. Toma vino con hielo. Come paté y tostaditas de esas que se cocinan con aceite y orégano (como las que dan de entrada en los restaurantes).
Le cayeron bien la mayoría de mis novios. Aunque siempre se tira más por los flacos que no son del todo perfectos. Le gustan los que me hicieron llorar, los que me dejaron, los que me cagaron, los que me dijeron “te llamo” y no lo hicieron.
Hace poco me dijo que si fuera real y pudiera elegir un futuro, sin dudarlo sería cantante o bailarina de hip hop.

Creo que no estoy loca. Solo las llevo conmigo. Me acompañan cuando estoy sola más que nada. Y cuando estoy "allá". No las llevo a trabajar, ni tampoco a las citas. A veces se aparecen en reuniones con amigos, mientras estudio, ó cuando pongo música muy alto y canto. Algunas noches, antes de ir a dormir, charlamos. Pero las hago desaparecer rápido. Son fáciles de persuadir, sobre todo Camille.

No me identifico con ellas, pero sigo considerando que están “acá arriba” con un propósito. Quizás G. no pueda ser G. sin una parte de Perla y otra de Camille. Me da un poco de miedo. Sobre todo por el collar de perlas.

miércoles, 24 de junio de 2009

uno de $1,20 por favor; me vine a enamorar un rato.

No es fácil andar sin auto en algunas etapas de la vida. Casualmente, yo estoy pasando por una de ellas.

Laburas, estudias, y tenes una vida socialmente activa. Los días de semana vas de un lado al otro y los fines de semana (no sabes bien porqué) pero también.
Cómo el tobogán que traslada gente, que aquel muchacho del comercial de Cerealitas soñaba tener todavía no existe, tenes que arreglártelas con los transportes públicos clásicos. Porque auto, ya dijimos, no tenes. En realidad, ni siquiera tenes registro.

Entonces, como buena idiota que sos, le encontras un lado bueno a esto. Porque tu ex, ya te lo había advertido y después más de una vez lo oíste decir: “no podes ver siempre todo tan negativo, tenes que relajarte”. Y eso hiciste. Te relajaste.
Ahora vas pensando en cualquiera, ya no te quejas de los empujones de la gente, de las nauseas que te provocan todos esos perfumes juntos, del colectivero maleducado ó de los forros de adelante que no le dan el asiento a nadie.

Vos, te encontraste una técnica nueva. Porque sos positiva, la puta madre.
Entonces, te das cuenta que vos estás en es bondi con una misión (ó estás muy risueña y te crees princesa). Y te vas enamorando por ahí.

Sabes que en el 110 tipo tarde noche, vas a cruzarte al morocho que se peina con cerita y usa camisas de colores y rayitas. Es casado, pero no te interesa. Porque te mira, y te mira, y te mira. Y vos; sin dudarlo no le sacas la mirada de encima. Aparte crees que por estar mirándose, no engaña a su mujer. En realidad es culpa de ella que lo manda en bondi.

Te conoces de memoria al rubiecito canchero que ya está arriba del bondi cuando vos subís. Ese que está con su señor padre cada mañana. Lo hace reír durante el viaje, y cuando el viejo se baja, el divino del hijo le da un abrazo que parece el último de sus vidas. Tan dulce él. Y tan boluda vos, mirándolo con cara de “vení abrazame a mí que tengo dos tetas divinas para apoyarte y te va a gustar más”.

Y como dejar de lado la rutina del Clark Kent que se sube en Scalabrini y Nicaragua, todas las mañanas? Él deja subir a todas las mujeres de la fila, está siempre perfumado, es ese que una vez te agarró entre sus brazos ante la frenada brusca del chofer del 15; y que ahora cada vez que te ve te hace una sonrisita. Que obvio, vos respondes porque te gusta y porque es uno de “ellos”.

Ahí están. Presentes en cada trayecto.

Los viajes son así, llenos de gente que va sumergida en sus cosas. Gente que necesita mantener su atención en esos 15/20 minutos de viaje en algo. Y ahí es donde aparecen ellos. Ellos te hacen sentir positiva y ya no crees que es tan denso andar sin auto.
Porque mi ex tenía razón, uno no se puede estar quejando de todo, todo el tiempo.
El amor tiene que ser más fuerte.

viernes, 5 de junio de 2009

de vez en cuando.



Algunos días, sólo algunos; extraño esta sensación.

miércoles, 25 de marzo de 2009

efectos personales postmodernos.

Dicen que la cartera de una mujer es una radiografía de su persona (o algo así).
Entonces, pensé en la posibilidad de analizar los elementos que hay en la mía en un día cualquiera; para así darme cuenta si sigo siendo normal –en la medida que puedo- o si ya me piré completamente y muté en una mina del futuro. Onda Lucero Sonico.

Me dí cuenta que lo que contiene mi cartera, fue cambiando con el pasar de los años y de las épocas. Antes, mi cartera tenía: billetera, celular, discman, llaves, agenda.
Aparentemente, cosas básicas.

Hoy en día, en mi cartera hay.

Una billetera. Sin plata, en esta era señores, yo no llevo efectivo. Llevo tarjetas de debito, crédito y otros plásticos. Documentos. Y 265 tarjetitas personales de: servicios técnicos de computadoras, de depilación, de una casa de ropa, de la ejecutiva de cuentas del banco, de recuerdo de cuando fui a Disney, del bautismo del sobrino de un ex, de una notita que un día me hizo mi mama, etc. Y hasta tengo un pedazo de pasaje de “unas” vacaciones que (se ve) añoro mucho. Y un certificado de revisación para entrar a la pileta de Parque Norte (que todavía esta vigente! como si yo fuera a ir a la pileta en otoño, nose).

Un celular. Porque me sirve para hacer anotaciones mágicas, y porque ya no da pararse en un público, o esperar a llegar a casa para llamar (hace fácil, una década que no veo un cospel y con lo que cuesta conseguir monedas hoy en día…)

Un pendrive. Porque quien sabe en que momento de la vida voy a necesitar guardar 1 gb de “loquesea”?

Un ipod con 2 gbs de música. Porque ya no se recuerdo lo que es viajar por la vida oyendo viejas peleando, o bebés llorando, o adolescentes charlando.

Un cable usb. Porque considero que siempre hay datos por transferir, o dispositivos digitales por cargar…

Un sobre de cosméticos. Porque no me pinto. Pero estoy próxima a cumplir los 26 años y siento como una especie de obligación. Entonces lo llevo conmigo everywhere, pero jamás los uso. Ni se como se utilizan (confieso)

Resaltadotes y apuntes. Porque cuando tu día esta lleno de obligaciones, lees hasta cuando esperas tu turno en la panadería donde compras esas tartas tan ricas que comes en tu hora de almuerzo. O en la parada del bondi, quien sabe. Si igual, yo ya adquirí dotes para “estudiar” en cualquier lugar.

lunes, 16 de marzo de 2009

carta al príncipe azul.


Querido Príncipe,

En realidad no te espero. A diferencia de, quizás, las otras chicas de mi edad.. yo nunca soñé con vos, ni te imaginé. Ellas te esperaban desde chiquitas o adolescentes; yo no.

De hecho, me importa poco tu llegada, pero te escribo porque se que en algún momento vas a aparecer y (como todos ellos) no vas a saber como actuar.
Te cuento como viene la mano.
Yo no llego a los 1.60 mts de altura, y me corto el pelo sola. No me gusta usar polleras, menos tacos altos y muchísimo menos maquillaje. No uso bijouterie, no tengo uñas largas, y digo bastantes malas palabras, en la mayoría de los casos, sin necesidad. Lejos de parecerme a una princesa, voy a esperarte igual.
Mi sangre es roja (es un rojo bien intenso) y no azul como la tuya. No me gusta que me beses la mano, ni que me cuelgues la campera en el perchero, ni que me acerques la silla a la mesa.. solo quiero que sepas lo que queres y que me hables con los ojos.
Quiero que te guste ver dvds, y comer picaditas con cerveza. Quiero que te guste ir al cine y chapar en las esquinas, sin que te de vergüenza. Quiero que me abraces para dormir y que me sueltes a la mitad de la noche, y que a la mañana cuando me empiezo a despertar, me abraces otra vez. Y te tiene que gustar tener sexo al levantarnos también.
No me importa tu reino, ni tu familia de alta sociedad, ni tu traje perfectamente de príncipe azul. Si estas tatuado, venís en converse y una remerita de color furioso, me voy a enamorar igual.

Tampoco necesitaba escribirte, siempre fui diferente al resto. Mientras las demás suspiraban y pensaban en tu llegada, yo me revolcaba por ahí con los bufones. Porque siempre preferí que me hagan reír a que me lleven a pasear en corcel.
La verdad, es que yo no te puedo prometer amor eterno, y tampoco te creo lo de “felices por siempre”, pero podemos conocernos.
Tengo la teoría de que Blancanieves, Bella Durmiente y Cenicienta, exageraron con tu perfección. Nadie es perfecto. Ninguno lo fue. Supongo que vos no vas a ser la excepción.

miércoles, 25 de febrero de 2009

el día después.

Ver a tu ex, no es fácil. Ese momento se vuelve como algo entre paréntesis en la vida, que tiene sucesos q te confunden y detalles que, quizás, no necesitabas. Actitudes de ambos que vas a querer interpretar (a tu manera, obvio). Y posibles definiciones acerca de que pasó, lo que quedó pasando y lo que podría llegar a pasar; serán protagonistas.

Es como un cuento. Y necesitas tener en clara la idea principal, para poder armar tu versión y contarlo lo mejor posible. Y así es como lo narras…como si fuera obra tuya. “Cuanto más a libre interpretación me lo puedas dejar, mejor es pibe”.

Había una vez una Princesita que vivía la vida felizmente. Se portaba como adolescente en cuestiones amoriles y eso la hacía estar tranquila y contenta. Se divertía. No quería compromisos, y estaba contenta de no tener que darle explicaciones a nadie de nada. Podía organizar sus fines de semana como más le gustara. Podía sentirse libre y segura. Podía enojarse sin tener que pedir perdón. Tenía un Sr. ex – príncipe, claro que si. Pero ni lo recordaba. No sabia ni lo que estaba haciendo de su vida y había logrado dejarlo en el pasado. Princesita era fuerte y estaba convencida de que así estaba bien.
Hasta que un día el Sr. ex príncipe se reaparece. Y le habla. Y la conquista un poquito (ella no sabe ni como) la quiere convencer, y le insiste, y la hace reír, y le dice cosas lindas y le sonríe.
Entonces, Princesita cae en la trampa. Y Sr. ex príncipe la invita a salir. Y acepta. Y toman algo. Y se besan. Y duermen juntos.
Y al día siguiente, Princesita junta fuerzas otra vez para reconstruir toda la vida que había logrado sin Sr. ex príncipe (que bastante buena estaba) y quiere volver a ser dueña de todo lo que tenía y lo que no. Quiere conquistar el mundo así como lo venía haciendo. Pero no hay forma. O cuesta mucho.. nose.
Sr. ex príncipe ahora no para de hacerse el simpático y no la deja en paz. Y Princesita se pone como loca, porque no entiende el propósito. Pero le gustan los besos, y se deja. Entonces… todo se le complica un poco más.
Porque acepta encontrarse una segunda vez, y es un error más. Porque los sucesos no son tan diferentes… se besan, se abrazan, se miran, se ríen y vuelven a dormir juntos.
Y el día después, Princesita recuerda lo que Sr. ex príncipe dijo, y acepta que son “indudablemente” compatibles. Claro está. Pero también descubre que no pueden permanecer los dos en el Reino. Uno de los dos debe abandonarlo. Esto, es divertido. Pero no es el -divertido- que a Princesita le gusta.

Esto señores, es mucho más difícil.

Porque ambos saben que la vida da oportunidades, pero no hay que desperdiciarlas. Y ellos.. se la pasan haciendo las cosas mal.

martes, 24 de febrero de 2009

los novios del olvido.

En sala de 4, yo ya tenía tres novios y un amante. Pablito (un nene con mucha gracia q llamaba la atención de toda la sala), Leandro (el rubiecito fachero) y Matías Ordóñez (feíto pero con un sentido del humor desopilante).
No estando del todo conforme con esta situación complicada de vida, no descartaba la posibilidad de tener un back up cerca de casa (quien sabe…) y así es como noviaba también con el chico de los dúplex de enfrente; Nico Salvo. El malo del barrio.

Ya de chiquita empezaba a marcar los “futuros” rasgos que me enamorarían de un hombre. Uno cree que a los 4 años, no entiende nada. Y que son novios pura y exclusivamente para construir el núcleo de su identidad sexual. Pero no. Yo creo que todo tiene un porqué.

Con Pablito era todo mágico. Todo lo que él hacía, era copiado por el resto de los nenes de la sala. Era popular, canchero, decidido, invencible y comprador. Las nenas me lo envidiaban. Todas querían darle la manito o ser pareja si de “ponerse a dos” se trataba.. y Pablito siempre les respondía: tengo novia.
Leandro era un rubio de ojos azules cielo. Más bueno que las galletitas de gluten. Tranquilo, calladito, te miraba con convicción. Te convencía de cualquier cosa. Era inteligente. Cuando nos hacían elegir los rincones, y todos nos matábamos por ir a la casita a frotarnos debajo de la mantita roñosa esa, él se decidía por el rincón de arte. Y leía, y pintaba, y sabía escribir como 98 palabras en cursiva.
En cambio Matías Ordóñez era el nene más gracioso del mundo, feo pero un excelente humorista. Con chistes bien tontos, que me hacían suspirar como Rapunsel esperando al príncipe azul. Cuando todos pintábamos con plasticolas de color, él se las comía. Cuando los nenes peleaban por disfrazarse del “papá”, él quería hacerlo de la abuelita que sufría Alzheimer. Cuando la seño nos leía un cuento, él me contaba chistes por lo bajito detrás de cada narración. Y yo me reía a carcajadas, el diafragma se me estiraba a más no poder, y me hacía doler la panza de tanta risa.
Nico Salvo, mi amante del ‘87, era un tipo muy pero muy rudo que fue capaz de tirar a mi recién nacida hermana al medio de Beiró con el perego, solo porque conocía de mis celos hacia ella. Era malo, pero me defendía siempre. Aunque no tuviera la razón. Y por momentos no me daba ni cabida, pero algunos días me amaba.. y a mí con eso me bastaba.

Hoy, unos años después, lejos del desarrollo psico-sexual del niño de 4 años, puedo confesar que siento que el hombre perfecto es el mix de estos novios del olvido.
Porque tiene que ser canchero y comprador, que todas las chicas lo quieran tener. pero que este seguro que es mío. Tiene que ser interesante, que le guste el cine, las pelis, los libros, el teatro y que sea inteligente para convencerme con la mirada. Que tenga un lado rudo, porque todas necesitamos alguien que nos defienda, aunque no siempre tengamos razón. Y lo MÁS importante, que no pare de hacerme reir nunca, jamás. Que siempre encuentre la forma de sacarme una sonrisa. Y que me haga doler la panza, así como me hacía el feíto de Matías Ordóñez.

Muchachos, manos a la obra.

lunes, 23 de febrero de 2009

applying for a job.

Si todo se volviera para atrás. Y yo fuera alguien como para decidir ciertas cosas ó imponer alguna tendencia (como por ejemplo: Dios, o Colón o John Lennon).
Si las drogas se volvieran a crear y yo fuera aquella persona que declaró: “esto es droga, esto no”.
No hubiera dudado en asegurar que: el Poett de lavanda (del envase violeta) tiene una sustancia que te da como felicidad. Vos lo oles y te da una sonrisa, loco.
Yo nose ni como, ni porque.
También creo que la nafta le hace cosquillas a tu encéfalo.
Que si aspiras Nesquik te podes reír a carcajadas, una tarde entera.
Que el ferné con coca (Amén) tiene un olor que te sube el ánimo.
Que el olor a lluvia te da poder.
Que el olor a cloro, te da calor.
Y que los libros nuevos te hacen rechinar los dientes.

Que nadie se atreva a discutirme que; tranquilamente podría haber sido “drogóloga” en algún otra vida, eh.

viernes, 20 de febrero de 2009

un día en la vida.

Hay días en los que amanezco pensando en historias que me pasaron. Abro los ojos, y de inmediato pienso en “determinado día” y sus sucesos. A partir de ahí, todo lo que hago, lo hago con esas imágenes en la cabeza. Me pasa que subo al colectivo, abro la heladera o, me lavo los dientes acompañada por esas imágenes, desde bien temprano y con muchos detalles.

Son situaciones especiales. Y las recuerdo como un cuento. Con cada uno de sus detalles, personajes, olores, sonidos.. Aún con lo colgada que soy, lo logro. Podría llamarlo don, pero no. No siempre son detalles agradables.

Así es como, considero uno de los más tristes, esos días en los que amanezco pensando en el día que Spiderman y yo decidimos separarnos. Y hoy, fue uno de esos.


La historia es linda. Siempre fue linda. Son días y días de cosas lindas y momentos especiales. Casi no tengo anécdotas feas con Spiderman.. pero ese día, ese día fue para mí, un antes y un después. Mi presentimiento de magia y yo, ya lo sabíamos desde hacía unas semanas atrás.

Spiderman, era un chico raro. Que hablaba poco, pero te penetraba en la mente con los ojos. Unos ojos medio chinitos (pero lindos) y con muchos mensajes que ni él sabía que estaba dando.
La verdad, es que yo sabía que él se cansaba rápido de las cosas, lo supe apenas lo conocí. Y también sabía lo difícil que iba a ser, que él fuera tan sencillo (nunca pude entender esto). El último tiempo, se había vuelto cada vez más difícil convencerlo de las cosas, entretenerlo, sacarle sonrisas, buscarle la mirada que tanto me gustaba y yo no estaba en mi mejor momento, por no decir: estaba en el “peor” momento de mi vida. Aún así, me mantenía sin bajar los brazos.

Hubo un martes en el que Spiderman me mando un mail por la mañana. Nos peleamos un poco, había una discusión dando vueltas, y no la podíamos cortar. Era algo tonto, sin sentido, creo que era nuestra excusa perfecta para convencernos de que nos sobraban los motivos. Yo todavía, trabajaba en mi ex laburo, en donde la pasaba mal. Muy mal.

Su mail me llegó, y me sentí como cuando ví como se moría el hamster de mi amiga Taly en primer año. No pude hacer nada. Sorpresa y bronca y tristeza y ganas de hacer que el tiempo pasase, desde esos 2 minutos que te sentís sufriendo, a (mínimo) 1 año después.

Todo se había puesto denso, y él me mando el último mail de una cadena, que hubiera deseado no haber recibido nunca. Pidió vernos esa misma tarde, después de la facultad. Yo rendía producción gráfica. Estaba un poco nerviosa, pero no tanto. Me temblaba el labio de abajo, que es mi peor síntoma de nervio y miedo. Estuve así durante las 2 hs que tardé en rendir. Yo conocía el porqué de ese miedo, y también sabía que jamás le tuve miedo a un exámen..

Alrededor de las nueve de la noche, llegué a Corrientes y Uruguay. Le mandé un mensaje y me senté a esperarlo sobre Camelot (todavía me pregunto por qué elegí esa vidriera para sentarme y no otra). En pleno corazón porteño, no quería mirar a los superhéroes que tenía detrás, así que busqué otras mil distracciones para mí mirada triste.
Tenía el obelisco a 4 cuadras, pude preguntarme y responderme, mientras escuchaba Coldplay. Traté de no pensar en todo lo que Spiderman me venía a decir. Traté de concentrarme en el obelisco y en por qué esa forma? por qué blanco? por qué las ventanitas de arriba?. Después me colgué mucho más lejos. Pensé en todos los países, y sus monumentos. Me divertí con eso.
Pasaba mucha gente a mi alrededor. Me acuerdo de una chica sentada en el mismo umbral que yo, esperando que alguien le bajara a abrir la puerta de un edificio. La miré de reojo y me sonrío, como si se compadeciera de mí. No me gustó.

Hacía mucho frío, un poco menos que el que hacía el día que lo conocí. Terminaba mayo.. y terminaban esos 3 años de relación, junto a sus cosas lindas y momentos especiales y casi sin anécdotas feas para contar.

Spiderman llegó. Súper abrigado (con la campera azul con la rayita roja) me llamó la atención que no trajera la “nueva” que tanto había buscado y finalmente encontró. Venía caminando muy rápido. Con cara rara. Con los ojos chinos y una mirada que ya no me pertenecía. Se río muy poquito. Arrancó hablándome de cualquier cosa (siempre me hizo eso). No le gustaba estar ahí, me pidió que camináramos un par de cuadras. Yo no quería pararme. No sabía como agarrarlo. No estábamos separados todavía, pero yo sentía que si. Sin saber siquiera lo que me iba a decir. Sus ojos, me lo habían anticipado todo. Lo habían traicionando hacía unas semanas, cuando me habían buchoneado todo lo que estaba por venir.

Me agarró la mano, como novios. Me puso “de mi lado”. Me siguió hablando de cualquier cosa. Hasta que llegamos a Tribunales y nos sentamos en un banquito.
A Spiderman le costaba decir las cosas. Le cuesta. No sabía tomar bien decisiones, lo sufría, tenía miedo a confundirse y le gustaba analizar todo en silencio, hasta que un día explotaba. Y ese día explotó.

Desde que empezó a hablar de nosotros, hasta el final de la charla, no paro de llorar. Lloraba con angustia. Yo tuve un poco de miedo, pero demostré una sonrisa y una fuerza inventada, todo el tiempo. Lo abracé y deje que me dijera todo lo que él quería decirme. No dije nada, no me justifiqué, no le pedí razones, no quise explicaciones, no le pedí disculpas por mis errores, no le dí la razón y no lloré. Yo necesitaba bajar los brazos. Me sentía agotada.
Yo ya sabía todo lo que me decía. Que yo era perfecta, que iba a ser única toda la vida, que el destino nos iba a querer volver a unir, que posiblemente nos estuviéramos confundiendo, pero que necesitábamos “desintoxicarnos”.

Nos abrazamos mucho, durante mucho tiempo. Spiderman lloraba y yo intentaba consolarlo con una tranquilidad que nose de donde había sacado. Me sentía fuerte, muy fuerte. Pero me dolía mucho el corazón, aunque él nunca lo supo.

Spiderman y yo nos separamos con un beso en la esquina de la parada del 109. Nos saludamos como dos novios que se saludan para verse al día siguiente y salir a comer, o ver una película en el cine. Nos hicimos un chiste acerca del destino y su pito, nos reímos, y nos dimos un beso bien lindo y un abrazo muy grande. Casi sin poder separarnos, pero haciendo fuerza para que cada uno se despegara del otro y volviera a su casa a dormir porque era tarde y ahí sí que hacía frio.

Le pedí perdón por no haber llorado en toda la noche. Yo no sentí ganas de llorar, no podía hacerlo. Yo también creía que el destino jugaba de nuestro lado y también sabía que “así” no podíamos seguir. Yo (como –casi- siempre) ya sabía todo.
Pero me callé y no le dije nada. Me reí, le sonreí y lo miré con mucho amor. Como agradeciéndole muchas cosas con mi mirada. Spiderman iba a saber entenderlo.

Yo hacía un pacto conmigo, pero no se lo podía decir.

Y me subí al bondi. Y sonreí, y sentí un alivio. Y no lloré.

jueves, 8 de enero de 2009

intolerancia cero.

Ya habiendo admitido q amo todos los medios de comunicación q existen en la actualidad y q ninguno me molesta (ni aún creyendo q en algún momento se va a acabar la privacidad del ser humano)..
Hay 3 cosas en los sms q logran molestarme.

* Que me respondan "ok". No es necesario. Yo ya sé q entendiste!! (mi madre y padre son especialistas en ponerme okeis después de cada cosa q les mando, así sea "hola!están en casa?".)

* Que no funcionen sus eñes, acentos, símbolos, íconos mágicos como corresponden y me lleguen mensajes indescifrables.

* Que me manden textos con 278 preguntas juntas, al estilo "cómo estás? q hiciste al final anoche? q haces hoy? me pasas las fotos? ó ya me las pasaste al mail? ojo q tengo una dire nueva en el laburo, te la pasé? vos q onda? alguna novedad?". O me llamas, ó mandame un mail.
Este mensaje será borrado automáticamente de mi celular, y de mi mente. Por pelotudo/a.