miércoles, 24 de junio de 2009

uno de $1,20 por favor; me vine a enamorar un rato.

No es fácil andar sin auto en algunas etapas de la vida. Casualmente, yo estoy pasando por una de ellas.

Laburas, estudias, y tenes una vida socialmente activa. Los días de semana vas de un lado al otro y los fines de semana (no sabes bien porqué) pero también.
Cómo el tobogán que traslada gente, que aquel muchacho del comercial de Cerealitas soñaba tener todavía no existe, tenes que arreglártelas con los transportes públicos clásicos. Porque auto, ya dijimos, no tenes. En realidad, ni siquiera tenes registro.

Entonces, como buena idiota que sos, le encontras un lado bueno a esto. Porque tu ex, ya te lo había advertido y después más de una vez lo oíste decir: “no podes ver siempre todo tan negativo, tenes que relajarte”. Y eso hiciste. Te relajaste.
Ahora vas pensando en cualquiera, ya no te quejas de los empujones de la gente, de las nauseas que te provocan todos esos perfumes juntos, del colectivero maleducado ó de los forros de adelante que no le dan el asiento a nadie.

Vos, te encontraste una técnica nueva. Porque sos positiva, la puta madre.
Entonces, te das cuenta que vos estás en es bondi con una misión (ó estás muy risueña y te crees princesa). Y te vas enamorando por ahí.

Sabes que en el 110 tipo tarde noche, vas a cruzarte al morocho que se peina con cerita y usa camisas de colores y rayitas. Es casado, pero no te interesa. Porque te mira, y te mira, y te mira. Y vos; sin dudarlo no le sacas la mirada de encima. Aparte crees que por estar mirándose, no engaña a su mujer. En realidad es culpa de ella que lo manda en bondi.

Te conoces de memoria al rubiecito canchero que ya está arriba del bondi cuando vos subís. Ese que está con su señor padre cada mañana. Lo hace reír durante el viaje, y cuando el viejo se baja, el divino del hijo le da un abrazo que parece el último de sus vidas. Tan dulce él. Y tan boluda vos, mirándolo con cara de “vení abrazame a mí que tengo dos tetas divinas para apoyarte y te va a gustar más”.

Y como dejar de lado la rutina del Clark Kent que se sube en Scalabrini y Nicaragua, todas las mañanas? Él deja subir a todas las mujeres de la fila, está siempre perfumado, es ese que una vez te agarró entre sus brazos ante la frenada brusca del chofer del 15; y que ahora cada vez que te ve te hace una sonrisita. Que obvio, vos respondes porque te gusta y porque es uno de “ellos”.

Ahí están. Presentes en cada trayecto.

Los viajes son así, llenos de gente que va sumergida en sus cosas. Gente que necesita mantener su atención en esos 15/20 minutos de viaje en algo. Y ahí es donde aparecen ellos. Ellos te hacen sentir positiva y ya no crees que es tan denso andar sin auto.
Porque mi ex tenía razón, uno no se puede estar quejando de todo, todo el tiempo.
El amor tiene que ser más fuerte.

viernes, 5 de junio de 2009

de vez en cuando.



Algunos días, sólo algunos; extraño esta sensación.